En El 7º Cielo

(Polifónica Natura)
A Constanza

No encuentro la mano con la cual escribo. Estará despidiéndose del invierno con su chistera morada que esconde un dado, sellando un pacto con el tiempo con un apretón de manos o acariciando parte de tu cuerpo desde ayer. Detrás de las palabras hay campanas de cristal, y dentro de ellas niños jugando al escondite. No significan nada. Ocultan el secreto como Traficantes de Sueños y Magia. Juegan a los disfraces a la hora en que gime una nube traspasada por la espada del sol donde enciendo un cigarrillo, o le prohíbo salir corriendo a mi sombra detrás de mí, para que juegue a las canicas amarillas y verdes y atrape mariposas en un bote tan excesivamente placebo como la Sagrada Familia, Miró, Dalí, Malevich, o el orgasmo.
A lo mejor está haciendo dedo y le ha parado una furgoneta repleta de luciérnagas y cigarras que intercambia besos de descansillo en las barriadas por aplausos de focas sobre un balón que se fugó de casa, siempre atentos a los semáforos en ámbar; pero con qué voluptuosidad arde tu melena, y esos labios tuyos dulces como la uva, carnosos como un sorbo de luz, inolvidables a semejanza de una copa de vino bajo las estrellas que palpitan frente al acordeón del mar negro una noche de primavera. Tal vez con el puño en alto en alguna Huelga General a favor de los derechos de las sillas de ruedas, o con el signo de la paz frente a Cuarteles Militares por puro aburrimiento de silla vacía. Cualquiera sabe, es un experto en capturar estrellas fugaces y lo mismo le han detenido y están fichando sus huellas dactilares. ¡Qué va a ser de mí! Que no vuelva con una alianza, o que me rapen al cero..
Ha nacido en la puerta que le ha tocado. Ya mirar atrás es dejar una chivata. Siempre escribía una frase que tachaba al momento. Nadie sabía cuál era. Se ahorcaría él mismo, pero entonces por un pequeño momento sería su dueño, y él no lo soportaría. No, no..
El silencio de la residencia se ve amancillado por el imposible Dios que nunca le deja hablar, con lo fuerte y grande que tú eres. ¡Cuánto te amo!¡Pero cuánto! Contigo somos más nosotros. Nos empequeñece, regresamos al niño con viudeces, al útero no nupcial, al círculo que lo es todo.
Cuando te ves en la situación de avanzar por la esquina de la izquierda o de la derecha, te has percatado, que escoges la primera, lo cual te hace sentir extrañamente zurdo, si llegas a algo. Por cierto, ¿qué es llegar? ¿y a qué?

Porque tengo 30 y un pico de años más, y me embriago en tus ojos y labios; otoño y sangre; pechos y manos, soles y tximbos; tu vientre y muslos; rosa de luna y arroyos; tus piernas y tus pies, nubes sin patria alguna. Esto es tan sólo un párrafo más, duela lo que duela, en tu raso que no duerme y sueña de todas formas en tu obra.
Ellos dicen que no, no, no, y no, y punto
la última palabra, sea cual fuere, que deje escrita, que haga el amor con la hoja, que forniquen como animales, seré yo. No digas nada, no lo comprenderán. Y si lo lograran ya no queda un bote de diciembre en la cantidad de los espejos, ni las esferas que no cesan de rodar por el aire, o las aves migratorias que nos avisan de que nosotros somos lo que somos, que estamos de paso al igual que ellas.

Amado sea el Alfabeto, lo sea, y todos. Amados sean los Sueños, lo sean. Amadas sean las lágrimas de victoria, lo sean. Amados los secretos, las confidencias, Amadas. Amados sean los amantes, lo sean siempre. Y Amadas sean estas palabras de Amanuense, muy a mi pesar, que no tendrá todo su tiempo, para lo que le dicta Laicono, su Alma.


-Embarcando G19

(Gracias a Mikel Varas)

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